En un contexto político revuelto, con conflictos laborales y un paro entorno al 25% de la población, a la espera de la consulta soberanista del 9N y con un imprevisto contagio de Ébola en Madrid, salta a todas las portadas de los medios de comunicación un “escandalazo” con las llamadas tarjetas black de Bankia (antigua Caja Madrid).
Las informaciones han salido a la luz después de detectarse tarjetas de crédito con supuestas irregularidades en una auditoría encargada por José Ignacio Goirigolzarri (actual presidente de Bankia).
Al parecer esas tarjetas presentan cuando menos algún tipo de irregularidad ya que, según manifestaciones de algunos de estos directivos y consejeros de Caja Madrid o Bankia, en unos casos los interpretaban como una parte de su sueldo y en otros casos como gastos de representación. El caso es que difícilmente pueden interpretarse como tarjetas para gastos de representación ya que si así fueran, los titulares de dichas tarjetas tendrían la obligación de justificar sus gastos mediante la correspondiente factura.
Actualmente todo se está investigando, pero ya se han producido varias destituciones o dimisiones de cargos políticos o sindicales, y algunos de éstos, han efectuado la devolución de lo gastado con esas tarjetas exclusivas. Mi pregunta es….si esas tarjetas son totalmente legales, ¿por qué deberían devolver lo gastado?. Lo cierto es que son unos cuantos los implicados y andan buscando abogados por toda la ciudad de Madrid.
Lo que sí está claro es que prácticamente todos los responsables (excepto 3) a los que se entregó la tarjeta hicieron uso de ella, todo esto con independencia del partido político, agrupación sindical o representantes de asociaciones empresariales a los que pertenecieran. Históricos representantes sindicales de Madrid, consejeros políticos de distintos organismos en Madrid, e incluso algún consejero de la Casa Real se han visto salpicados por este asunto.
El juez Andreu investiga actualmente a 83 directivos y consejeros de Caja Madrid tras haberse detectado gastos privados cargados a tarjetas de empresa de Caja Madrid y Bankia (las popularmente conocidas como tarjetas black). Gastos de todo tipo y que desde luego no parece que sean gastos de representación.